Si me pierdo, por poco o por mucho tiempo, ya sé que acá es donde me encuentro. En las palabras escritas, en mi don y mi talento. Me asombra ver los ciclos de la vida, donde yo soy yo todo el tiempo. Tal vez me olvide, a veces no me acuerdo, pero a cada instante es mi ser encarnado en el tiempo. Esa esencia loca de la que habla el Tarot, propia, mía, única que es tan conocida, que al leerme y revisarme, me recuerda quien soy. Es como si mi vida fueran partes de un rompecabezas que arma todo el tiempo la misma figura, que desde afuera pareciera ser distinta, pero desde adentro la veo idéntica. Como si mirara desde el ombligo, desde el centro de mi ser hacia afuera, y se proyectara en miles de dimensiones desconocidas todas las posibilidades de mi misma a la vez moviendo en una frecuencia tan alta que en el plano material solo se ve una de carne y hueso. Es infinitamente inexplicable la manera en que se percibe lo real y lo efímero, y en una plena consciencia experimentando una de mis tantas vidas, me encuentro buscando respuestas que ningún alma en vigilia puede tener. De a ratos, en viajes astrales o sueños siderales, encuentro pizcas de memorias que me recuerdan todo lo olvidado antes de venir acá. Me gusta recordar. Me gusta mucho más que olvidar. Por momento tuve miedo, pero ahora lo abrazo y lo escucho, sé que es la alarma que se enciende cuando algo muy mío se activa. Como seres disociados, nos anclamos al plano material, y cuando se alinea el Yo Superior con el alma encarnada, entonces nos sentimos raros. ¡Pero es al revés! Es en ese momento cuando más plenos estamos, cuando más alto estamos vibrando, cuando mente, cuerpo y espíritu se amalgaman con registro de unidad. Volvemos a conectarnos con la fuente, estemos arriba o abajo, porque en verdad, somos la fuente. Lo que pasa es que nos olvidamos. A mí me gusta estar recordando.
lunes, 27 de diciembre de 2021
jueves, 23 de diciembre de 2021
Aposté tu mirada, la de esos ojos de almendra que nunca se empaña.
Aposté tu suave voz trémula, la que desde el primer instante me vio el alma.
Me jugué todas las fichas y puse a merced de la suerte tu lugar en la casa.
Aposté tus palabras que en medio del ruido me dan calma.
Aposté tu saliva que después de miles de besos aún sabe sana.
Aposté tu calor que en noches de invierno calienta mis sábanas.
Me jugué todas las cartas aún sin saber que me espera del otro lado del aura.
Aposté mi paciencia, que como remolino no está pausada.
Aposté mi inercia, que como imán me llamaba.
Aposté mi deseo, que con tanta sed se deshidrataba.
Me jugué todo el amor que tenía, porque vale más el premio de una apuesta arriesgada
Platonik - Textos biónicos en serie
sin conocer de tu vida un solo instante.
Falta el tiempo en que sobren horas de mirarte
no quiero quererte sin tocarte.
La sonrisa tonta, rima con las ganas de besarte.
Me falta el aire con solo suspirarte
me veo envuelta en sueños de cristal
donde se refleja tu alma sideral.
Quisiera contemplarte sin rozarte
con un rayo de luna iluminándote
y en un impulso arrebatarte
para que me pertenezcas al tomarte.
Tu cara es una diamante de paz,
en tus letras encuentro mi verdad.
Danzan como escamas de arte
que derriten mi fibra sensorial.
Deseo saborearte en carne viva
mientras las ilusiones me cuentan tu risa
Sos mentira, pura, voladora e irreal
pero algo que no se como se llama es carnal.
Te veo y fantasea una loca idea demencial
que da cuerda a tu obsesionario musical
la lejanía es corta y virtual
nos separan caracteres del azar.
Este amor es una pizca de sal de Platón
que fantasea en el paladar de mi destino.
Si tan solo mi boca bebiera una gota
llenaría mi copa de tu ser divino.
Un amor neurótico te llama a vos
me dice que tus letras son mi canción.
Conspiran ideas locas que no hacen sentido
y te encuentro por las noches oníricas del delirio.
En un sensible intercambio de conciencias
donde vos y yo no existimos en el plano
pero en esencia somos eso
que no sé cómo llamarlo.
3.
Había una vez una historia de Platón
que creía en amores de cartón
Inventaba amantes de papel
que anhelaban juntos el atardecer
La Luna conspiraba con él
y te devolvía en sueños del ayer
Lo mágico se terminaba al amanecer
Cuando el sol salía otra vez.
No sé cómo ni cuándo sucedió
pero me creí el cuento de Platón
Tal vez te vi en imágenes de videocasete
Como un fantasma en colores RGB.
O fue aquella vez, cerca del río en 2012
que tu sonido biónico se vestía de rey.
Tus canciones laten en mi corazón
y de tu voz invento un sujeto real
intuyendo de manera intelectual
un vínculo cercano, ajeno al cambio,
independiente de la realidad sensible,
perpetrando en mi alma
un sentimiento subsistente
donde vos y yo nos encontramos
haciendo un salto cuántico
en la escala musical
de tu gran agujero existencial.
Es ahí, en ese La Mayor
que sí hay encuentro en el centro hoy.
Pero cuando termina la melodía
el meteorito platónico vuela en mil pedazos
para confirmar que nada de esto existe.
Y me duele olvidarte,
aún sabiendo que jamás te encontré.
Entonces, de nuevo, pongo play.