jueves, 23 de diciembre de 2021

Aposté tu sonrisa cotidiana, la que se dibuja en tu boca por casi nada.
Aposté tu mirada, la de esos ojos de almendra que nunca se empaña.
Aposté tu suave voz trémula, la que desde el primer instante me vio el alma.
Me jugué todas las fichas y puse a merced de la suerte tu lugar en la casa.

Aposté tus palabras que en medio del ruido me dan calma.
Aposté tu saliva que después de miles de besos aún sabe sana.
Aposté tu calor que en noches de invierno calienta mis sábanas.
Me jugué todas las cartas aún sin saber que me espera del otro lado del aura.

Aposté mi paciencia, que como remolino no está pausada.
Aposté mi inercia, que como imán me llamaba.
Aposté mi deseo, que con tanta sed se deshidrataba.
Me jugué todo el amor que tenía, porque vale más el premio de una apuesta arriesgada



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