lunes, 12 de septiembre de 2016

Oda a la Mandarina



Dulce y cítrica, empezamos por lo obvio y encantador de tu sensación en paladar.
Tus piel porosa rocía la atmósfera con un ácido que engolosina hasta a un naranjo en flor.
Basta clavarte una uña para que tu sudor pegajoso despierte la dualidad amor-odio mejor encarnada en el reino frutal.
Algunas veces cuesta y otra es más fácil arrancarte la piel, pero ese sonido del desgarro alimenta el morbo a nivel papilar y por más tedioso que sea nunca dejaremos la labor sin acabar.
Tus pellejos como filamentos frágiles y blancos, cubren el centenar de gotas que contienen ese elixir color naranja acuarelado.

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