martes, 16 de septiembre de 2014

13 de Diciembre de 2006

Sin cesar todo gira y gira. Increíble es la vida que te tira. No es simple ni divina, solo crispa y te afila. Es así hoy la mía, que de tanto escurrirla esta vacía. Son las hojas del árbol, son las gotas del rocío. Es estar viva en cada brisa, cuando de a poco van bajando las heridas. Yo me acuesto en la orilla y la espuma tibia me moja y me acaricia. Y el cielo una vez más se estrella, sin sacar de sus esferas cada vela. Con la luz en las pupilas y la sangre burbujeante, siento el corazón latir sin prisa. No son dioses ni diablos. No son buenos ni son malos. Son momentos del camino que aglutinan el destino. Y los pozos que esquivo, como precipicios me espantan. Si sin querer caigo en alguno, el agujero negro me rescata. Me pierdo, me odio, me callo y vuelo. Cosas descocidas que de adentro le salen hormigas. Parches en la casa que cuando hay tormenta se desatan. Flores en la basura que huelen a podrida hermosura. Es la vida todo esto, y mucho más que creemos muerto. Son delicias en cristaleros rotos, es el agua estancada del sótano, son las mariposas de membrillo. Todo junto desordenado, crea caos equilibrado. Rompen sueños de papel cada gota de tinta que no se deja caer. Un impacto alocado me da la clave del espanto. Rojo carne, verde hielo: es la síntesis del desasosiego. El sudor salado de mi frente habla por mi cuerpo que es muy fuerte. Mis labios en carne viva, extrañan la saliva que ya no los lubrica. Serán azules los días que faltan para encontrar de nuevo la sonrisa. Serán dulces y amargos, serán lindos y extraños. Serán todo lo que deban ser para culminar con el desconsuelo. Serán alivio y serán duelo. Serán nada, pero llegará el segundo en que los encierre en mi ombligo y a partir de ese momento sólo habrá contento.  

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